¿SABIAS QUE...


La noche del lunes día 18 de agosto de 1947, fue la noche más triste de Cádiz?

A las nueve y cuarenta y cinco minutos de la noche, el pulso de la ciudad se paró de momento, la población, presa del pánico, asistió involuntariamente a un terrible espectáculo:

“Una gruesa columna de fuego que se elevaba a considerable altura tiñendo el firmamento de un fuerte color anaranjado. La parte superior se transformó en un inmenso hongo del que brotaban miles y miles de partículas incandescentes.


Simultáneamente trepidaron todos los edificios de la ciudad, absolutamente todos, y atronó el espacio una detonación seca y de tan enorme intensidad y resonancia que […] fue escuchada en todos los pueblos comarcanos y otros de las provincias de Sevilla y Huelva”.

De esta manera describe la revista gaditana Brisa la que desde entonces conocemos en Cádiz como “la catástrofe” o más comúnmente “la explosión”.

¿Cómo se vivió la catástrofe en el colegio?

 Según conversaciones mantenida con D. Antonio Verdugo Chaves, cuenta lo siguiente: “Aquella noche, después de la cena, el director D. Luis Hernández, nos permitió, cosa impensable en la rigidez del colegio, a todos los internos que nos quedásemos en el patio hasta las diez, posteriormente tendríamos que marcharnos a los dormitorios. Hacía calor, estábamos todos en el gran patio interior, detrás de la Iglesia, cuando de pronto se vio un gran resplandor anaranjado y escuché la voz de don Luis: ¡Todos al centro!, ¡al suelo!, ¡María Auxiliadora de los Cristianos! Corrimos asombrados sin saber que pasaba, cuando al instante sonó una explosión que destrozó muchos cristales, puertas, ventanas… y una gran oscuridad…


Empezamos a preguntar unos por otros, ver si había algunos compañeros heridos. Don Luis, con algunos salesianos se dirigieron a la iglesia, otros fueron para los dormitorios para hacer balance de los desperfectos y analizar la situación...

Después de un tiempo sin saber que había ocurrido, se acercaron al colegio algunos vecinos… recuerdo que nos marchamos todos a la playa, porque podía haber más explosiones…”


El colegio se vio afectado por la explosión, desde puertas, ventanas y algún que otro tabique se fueron al suelo. Lo importante fue que nadie resultó gravemente herido, salvo cortaduras y contusiones varias. Todo un milagro, ya que si los alumnos hubieran estado a esa hora, como era costumbre, en sus dormitorios, algunos tabiques, cristales, puertas, etc. Se hubieran caído encima de los muchachos.


El arreglo del colegio lo hizo la Diputación de Cádiz a través de las ayudas que recibió de la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones -organismo creado en enero de 1938 para la reconstrucción de los núcleos urbanos y rurales afectados por la guerra- y del préstamo que le hizo a esta, el Estado, de 20 millones de pesetas ampliado en cinco más en diciembre de 1952. De esa cifra, 22 correspondieron a la Diputación, con ello pudo reconstruir la Casa de Cuna, la Fundación Aramburu Mora y las Escuelas Profesionales Salesianas.


En la fachada del colegio tenemos un mosaico de María Auxiliadora y en la parte inferior tiene las siguientes siglas: D.G.R.D.R, dichas letras son las iniciales de Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones. Este mosaico se colocó una vez que se terminó la reconstrucción del centro, motivado por la explosión ya mencionada

Cristóbal Sánchez León


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