¿SABIAS QUE...

Don José María Pemán, asiduo colaborador de la revista Don Bosco, en Diciembre de 1928, se dirigió a la Asamblea Nacional Consultiva (organismo creado durante la dictadura de Primo de Rivera) en un discurso de más de veinte minutos hablando de las paupérrimas subvenciones que aportaba el estado a la enseñanza?

En ese discurso en el parlamento, mencionaba a nuestro colegio de esta manera:

“…Porque, aparte de que las obras ya subvencionadas lo están pobremente, hay muchas que quedan fuera de las cifras presupuestas. Un caso entre mil. A las puertas mismas de Cádiz hay unas escuelas profesionales de Salesianos que educan trescientos niños, a los que proporcionan vestido y además, les dan oficio.

Estas escuelas no han recibido nunca un céntimo del Estado, y ahora pasan por una situación económica difícil. La Junta ciudadana se ha ocupado de ello; ha conseguido algún mayor esfuerzo de la sociedad mediante becas que pagan algunos particulares y Ayuntamientos, pero no basta. Por el cálculo de las cifras se hace necesario el auxilio del Estado.

Pues bien, ¿Qué ocurrirá?

Prescindamos de que consiga o no este auxilio; esto no importa para el problema general pues si lo logra, será quitándoselo a otro. Lo cierto es que esas escuelas necesitan aproximadamente 10.000 pesetas de subvención, cantidad irrisoria en relación con el volumen de obra que realizan. Esas 10.000 pesetas son casi la séptima parte de la cifra total que hay en el presupuesto, porque no llega más que a 75.000 pesetas para esta clase de establecimientos, y lógicamente se comprende que no puede asignarse a una sola obra de una de las cincuenta provincias españolas.

¿Qué quiere decir esto? Que a pesar de ser tan pequeña la subvención que se necesita, en relación con el volumen de la obra, no cabe en el presupuesto actual; quiere decir que el presupuesto actual no da medios al Estado para desarrollar la primera y natural función suya, que es la de auxiliar tutelar estas obras, y esto es engañarse, porque el Estado tendrá el día de mañana que cumplir un papel más caro, que es el de “supletor” echando sobre sí los fines docentes que quedaran incumplidos; que merece decir en una palabra, que si a las puertas de Cádiz se cierran esas escuelas profesionales salesianas, se producirá un problema escolar que el Estado tendrá que resolver por sí mismo, y entonces comprenderá que aquello que había propuesto este modesto asambleísta no era, en definitiva, un gasto, sino un ahorro; comprenderá todo lo que pueden rentar al Tesoro público 10.000 pesetas colocadas a tiempo en una de estas obras sociales, llenas del calor maternal, que saben fecundar cada peseta, corno fecunda con su calor la tierra cada grano de semilla. (Aplausos.)

Revista Don Bosco en España – Nº 36. Pág. 768. Cádiz 1929

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