La pascua es al gran momento del nacimiento de la Iglesia. Sobre la experiencia de la resurrección de Jesús se levanta el edificio de la Iglesia.
Los apóstoles y discípulos, que en su mayoría habían huido atemorizados a la hora de la pasión, se sienten fortalecidos por la experiencia de que Jesús, el que había muerto en la cruz, está vivo.
Pero no en el sentido de que haya vuelto a “nuestra” vida. Está vivo de una forma nueva y más plena. La muerte ya no tiene poder sobre él. Más bien, Jesús ha vencido a la muerte. Dios le ha resucitado.
Es lo que se expresa de una forma gloriosa en la lectura del Apocalipsis. El cielo y la tierra canta sus alabanzas al que ha vencido a la muerte. “Digno es el cordero degollado de recibir el honor y la gloria”.
La Eucaristía dominical es la “actualización” hoy, ahora, del Misterio Pascual de Cristo, y el lugar desde donde debe reconstruirse y fortalecerse la comunidad cristiana, la Iglesia. Si te profesas cristiano ¡no dejes de celebrar cada domingo la Eucaristía del Señor!
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